3/16/2006

La continuidad del canibalismo; amor, adolescentes y las pendejadas que se hacen.

La continuidad del canibalismo; amor, adolescentes y las pendejadas que se hacen.

Despierto en un cuarto, desconocido para mi, blanco con una iluminación excesiva, gente vestida de negro que jamás había visto esta esperando por mi llegada. ¿Por qué soy tan esperado aquí? Un tipo, un mayordomo, mi mayordomo me dice:

-Señor, lo estábamos esperando-

Me conduce con el grupo de personas, me da instrumental de cirugía y me conduce al salón, que esta adaptado como una suerte de quirófano, tendido en la plancha un muchacho yace con el rostro tapado, los ojos inquisidores de los comensales me empieza a molestar. El mayordomo me dice:

-Por favor señor comience con el banquete-

Intuitivamente agarro una sierra eléctrica, hago un ligero corte en la pierna y esta se mueve. A lo que con todo mi aliento grito –¡ESTA VIVO!-
-Por su puesto señor, usted así lo pidió- El mayordomo respondió.
-¿Yo lo pedí?
-Claro, un cuadrapléjico que no tenga ninguna esperanza medica de vivir-
-¡Pero se movió!-
-Obviamente estimulo algún nervio y por eso la respuesta del pie-

Oyendo las lógicas pero poco humanas explicaciones del mayordomo encajo la sierra y de un tajo la pierna se desprende del torso.

Los comensales alegres (hasta ahora) comen de su carne, se embriagan con su sangre y platican mientras yo, horrorizado veo el festín que estoy dando.

Voy a la barra, pido varios tragos de whiskey y fumo de mis puros, ya no soporto ver a esa gente, le digo al cantinero, por favor dame la botella, este obedece, me dirijo a la cochera, tomo mi indian y me voy de casa.

Llego alcoholizado a la casa de mi chica, el rugir de la motocicleta despierta a todos los habitantes de la casa, empiezo a gritar con un tono de alcoholizado:
-Edith! Edith! Puta madre contesta-
Sale una pareja de señores, la señora rompe en llanto y el señor dice:
-Alfonso, tu y yo sabemos que Edith esta muerta-
-¡No es cierto¡ No, no…- lagrimas que brotan de mis ojos me hacen recordar la amarga verdad.

Tomo la motocicleta, me dirijo a ningún lugar rápidamente, de la nada un niño se atraviesa, caigo de la moto, todo se nubla. Despierto veo únicamente la luz un quirófano directamente en mi cara, únicamente protegido por un pedazo de tela y oigo a alguien:

-Por favor señor comience con el banquete-

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